lunes, 29 de agosto de 2022

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Es difícil ver una evolución ´in situ´. Advertir los cambios si no se distancia uno desde un prisma global. 

Y más fácil comprender, a posteriori, y con constancia oteada, la deriva y sus momentos. Lo imposible de abarcarlos y lo  fácil atisbarle su pasado. 

Jugadores talentosos diferenciadores en éste caprichoso y deliberante deporte han habido y habrán. Futbolistas egemónicos, capaces de marcar las diferencias, que nos dejan legados de imágenes y sensaciones, inmaculadas en la posteridad, que son, a su vez, el propósito nuclear, pese a la estética, de cualquier deporte. Así,  y yéndonos a los mollar; Garrincha, Romario, Messi, Mágico Gonzalez, Zinedine Zidane, Andrés Iniesta, Johan Cruyff, y cómo no, el dios laico futbolístico por excelencia; Diego Armando Maradonna, por nombrar solo a los más localistas representativos, nos deleitan con sublimes genialidades, exquisitas obras e inequibocas latencias de un arte que se escapa por ventanales compartidos por los astros empeñados en diferenciar entre los magos y los mortales. Los genios y los mundanos. 

Ésta marcada y acusada diferencia, obligó, con el tiempo, y la introducción de la academia, tener a imperar egemonías necesarias. Y a  los cerebros a la sombra , avanzar e ingeniárselas, por y para una controvertida  regla innata aquí expuesta. Lo que viene en su intento por contradecir la mecánica.

Y así , disfrutándolos en sus regates, fintas imposibles, e improbabilidades naturalizadas, advertimos con pruebas documentadas, la seguridad de que existen las cosas que no se pueden explicar, y que hacen admirar en otros, lo que ni nosotros mismos alcanzamos a fantasear en nosotros mismos.

El aplanamiento general de las sociedades ha llegado hasta el arte. Y eso son las peores noticias. Por suerte, aún quedan y seguramente prevalecerán aun que en menor medida, los Vinizius, Sanchos, Pedris, Rodrygos, Dembeles, Bencemas y Camavingas de turno. Recordándonos con implícito alborozo que la naturaleza distinguida de la libre creatividad siempre podrá imponerse pese al esqueleto ortodoxo terrenal subyaciente. Y ejemplos como los mostrados en las eliminatorias del Real Madrid en la 21/22, frente a equipos trabajados hasta el detalle colectivamente y en detrimento de la individualidad, son cada vez menos pero a su vez más reconfortantes  para los amantes de los símbolos identitarios de éste deporte. Noches, por ejemplo,  como la del Bernabeu frente al Manchester City de Pep, ( el equipo más representativo de los automatizados y trabajados colectivamente) nos demuestran que anularlos llevándolos al caos, donde no tengan un contexto propicio al que asirse, sigue siendo factible aún en condiciones improbables y épicas.



Rubén Martínez.


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